El sueño de la razón produce monstruos

Nota: aquí no cuento nada de lo que hago, ni mis servicios, ni mi misión (si es que tuviera), ni nada de eso. Solo cuento un pequeño trozo de mi historia que ha hecho que hoy esté aquí aunque no debería de estar aquí.
No me gustan las pasas porque van de conguitos. No me gusta la mojama porque va de lomo. No me gustan las señoras que van ocupando toda la acera, se creen que el mundo es suyo. Me gusta el juego de amor entre el rojo y el rosa.
Yo no debería estar aquí pero aquí estoy.
Debería estar dando clase de lengua y literatura con un bigote manchado amarillo de tanto fumar.
Además, nunca me sentí atraído por los negocios, las ventas, el managment, el delegar, el emprender o cualquier otra cosa inglesa.
Nunca conseguí un sobresueldo revendiendo cosas por Ebay a los 15 años.
Nunca hice “networking efectivo” para conseguir “alianzas”.
Nunca llevé traje ni corbata.
Nunca aprendí inglés.
La verdad: nunca tuve olfato para los negocios.
De hecho tuve el olfato opuesto.
Tan opuesto que estudié hispánicas.
Ya sabes, Cervantes y Góngora.
Quería ser escritor de novelas malas para divorciadas.
Y fumar un cigarrillo camel.
Y tener un bigote amarillo y tener a esas mujeres como fans y tener 55 años de por vida y una depresión crónica vital como de domingo por la tarde.
Un día (vete a saber tú por qué) me cansé.
Supongo que el sueño de la razón produce monstruos y la vida predeterminada y todo ese rollo me cansó.
Así que me aferré a un clavo ardiendo tratando de huir de esa vida.
Y al principio no sabía muy bien cómo. Internet, me dije. Me estafaron una vez. Dos veces. Tres veces.
Como dice mi padre:
-Al inicio uno es un pavo.
Hice el pavo bastante. Me estafaron cuatro veces. Cinco...
Ya no hubo una sexta. Nunca tuve olfato pero tampoco nací ayer.
Y viendo tanto que ví. Tantas veces que me estafaron. Tantas hostias que me di (y gracias A Dios me sigo dando) entendí algo.
Que para vender en internet no hace falta ir de quien no eres. No hace falta ir de marketero ni de justo lo contrario.
No hace falta aparentar nada. No hacer falta demostrar que somos profesionales, ni listos, ni guapos, ni nada de nada.
Solo hace falta una cosa: saber lo que el otro quiere y mostrárselo de la manera más natural y atractiva posible.
Tan natural como el agua cae en el agua.
Como la sonrisa de un niño.
Como una vieja que teje y cose mientras canta alegre una canción.
Nada más que eso. Solo decirle como le dirias a tu mejor amigo que tienes algo que le puede ayudar.
Pero decírselo normal. O anormal si así hablas con él. Con tus gracias & desgracias.
Pero sobre todo natural.
Insisto, así la venta se hace cómoda, inevitable. Como la pelota cae por la gravedad.
Como el agua cae en el agua.
Y uno puede empezar a vivir a su rollo. Casi como un hippie pero en internet. Con sus normas, con su vida, sin depender de nadie, sin madrugar y toda la decepción que levantarte pronto por la mañana conlleva.
Entre estafa y estafa entendí (porque al inicio no lo hice) que para hacer todo eso pasaba por aprender a vender por escrito.
Porque casi todo en internet es texto o video o audio. Todo tiene palabras detrás al fin y al cabo.
Pero por alguna razón muy poca gente lo enseña.
Quizá porque nadie lee. Pero casi todo es texto. Coño.
Termino.
Te dejo con las palabras con las que empezaba esta página. Esas palabras les tengo cariño porque estuvieron en mi primero curriculum. Y contra todo pronóstico conseguí 4 entrevistas.
No me gustan las pasas porque van de conguitos. No me gusta la mojama porque va de lomo. No me gustan las señoras que van ocupando toda la acera, se creen que el mundo es suyo. Me gusta el juego de amor entre el rojo y el rosa. Si no me llamas, lo entenderé. Pero si me llamas podremos hacer cosas tan llamativas como este curriculum y lo mismo la gente te empieza a llamar a ti.
Me despido.
Un fuerte abrazo y te digo: si quieres, puedes conseguir las cosas. Tienes que echarle huevos, ganas, ovarios, cojones, pelotas, sollozos & lágrimas. Y te lo digo porque hasta hace no tanto estaba pensando en escribir una novela mala para mujeres divorciadas a mano porque ni siquiera sabía lo que era el Google Docs. Y ahora, no es que esté en la cresta de la ola pero alguna cosa he hecho.
Repito: que el sueño de la razón, de tu cabeza, no te produzca monstruos. Si quieres y no confundes pagar cursos con obtener resultados, puedes.
Gracias por leerme.
Miguel Vázquez aka...
...el Migui, Mc. Migui, Miguilodeon, Migsey, Miwi, Miwhisky, Miga, Vàzcosky, Miguilingrado, Miguilosky, Miguelo, Mige, Miga De Pan, Míguel, Miguiyagi, Capitán, Mariskal Maik, Miguimuno...
P.D: si quieres empezar a aprender copywriting tengo un recurso gratuito fresco y directito al pie. Aquí lo tienes:
12 formas de crear confianza y autoridad más allá de los testimonios