Una larga historia corta:
La 1º vez que fui a pedir trabajo de copywriter me dijeron que no.
Que no valía. Que no era lo suficientemente creativo. Que necesitaban a alguien más senior. Que te pires.
Al siguiente sí me cogieron. Era un pequeño estudio de diseño pretencioso donde hubo ese flechazo de odio a primera vista. Me contrató e inmediatamente nos caímos mal.
Sin yo haber aprendido copywriting en ningún sitio ni él haberme enseñado me soltaba unas chapas de cuidado sobre “lo publicitario” como diciendo:
- ¿Cómo no sabes esto tan básico, idiota?
En muy poco tiempo era la segunda persona que decía que no valía. Era un chaval de 24 años.
Al siguiente sitio al que fui a parar me dijeron que la gente no lee. Que ni te esfuerces. Que ahora la gente solo veía vídeos.
Al parecer todo lo que hacía también estaba mal. Seguía siendo joven y mi moral en el suelo y mi inseguridad en el cielo.
Un día fui a otra agencia donde me dijeron que necesitaban un copy.
Hola. Siéntate. Ajá. Bien. Sí. Claro. Sinceramente, creo que no tienes ni idea de lo que haces, chaval.
Ese día me fui solo a casa. Era verano. Sudor y lágrimas. Y mientras caminaba hasta mi casa lleno de la rabia de lo que había pasado acordándome de los otros 3 sitios en los que estuve entendí algo.
Entendí que si todas esas agencias me decían que no estaba bien lo que hacía (yo intuía que sí no sé por qué) y no tenían los resultados que prometían, era buena idea seguir por mi camino.
Entendí que si todos lo hacían de una misma manera, era bueno hacerlo de la opuesta.
Entendí que si quería hacer marketing tenía que dejar de ser una copia, un clon, un robot, una etiqueta.
Vi claramente que tenía que aprender a destacar, golpear, agitar, perturbar, animar, mimar, seducir, subir y bajar el corazón que no siente.
Vi con la claridad del rayo que tenía que seguir por donde había empezado. Vi que tenía que aprender a hacer todo eso.
Por eso leí, emprendí, fracasé, trabajé con los mejores, pensé, volví a perder, me estafaron 40 veces y seguí.
Seguí con la única idea de darle fuerte a un palanca que me hiciera salir adelante en la vida.
Solo para que la rueda gire.
Y un día, giró. Giró de la forma en que todos aquellos me dijeron que jamás giraría.
Pero siguió girando y girando y girando.
Y ví con la claridad de alguien que ve una rueda girar que todo aquello que intuía…
…sencillamente funcionaba mejor de todo lo que había intentado antes.
Y esa palanca y ese giro ahora están condensados en la formación de copywriting que tengo, El Método Vàzkosky.
Aquí tienes un sabor de lo que es ese curso por dentro:
El capítulo 6 de mi curso de copywriting el Método Vàzkosky.
El Migui.